23.11.25

Con una flor amarilla, un cuento de Laidy Fernández de Juan

Una de las grandes cuentistas cubanas de las últimas décadas es Laidy Fernández de Juan, una escritora de cuna -con papá poeta y mamá ensayista-, que para revelarse a su destino literario o por pura practicidad se hizo médica. Mientras atendió pacientes en Kenia, fue madre y sorteó la vida en la isla -porque decidió volver y quedarse-, escribió una novela y participó en más de quince antologías de cuento. 

Con una flor amarilla habla de las expectativas en el amor, de una historia inesperada que empieza rápido y que hace explotar estrellas en mitad del pecho. Un amor que promete redención, pero al que, como parece ser todo en el amor, toca darle tiempo para descubrir qué es. 

La lectora es Dari (@darianar.barral), una cubana que se fue y vuelve de vacaciones, que llora escuchando a Silvio Rodríguez, que todavía mira con extrañeza la incapacidad de los colombianos de decir las cosas de frente y que es mi gran amiga. 

El cuento completo se puede oír aquí >>

26.5.25

Esta mujer linda me alumbra





🔥La lámpara está inspirada en mi bisabuela, María.

Esta cerámica nació en los talleres de @eliblue.ceramica. El entusiasmo por el crochet y la excursión de lanas fue gracias a Irene. El electricista, mi papá.

11.2.25

Conversar con el pasado

En la última edición del Boletín Cultural y Bibliográfico del Banco de la República se publicó una reseña de Las cosas que ya no están, mi novela gráfica. La escribió Diana Gil, con quien antes ya había conversado en esta entrevista que publicó hace un par de años la revista Blast. 

Diana tituló su reseña "Conversar con el pasado" y dijo cosas tan bellas sobre mi trabajo como estas:

"Más que una historia aristotélica –con el arco triádico de inicio, nudo y desenlace–, este cómic es un poema porque se enfrenta a la exigencia de representar los sentimientos. La dibujante quiere darles una forma, un color y una textura; medita y camina en torno a ellos. ¿De qué color es la nostalgia? ¿Cuál es la forma de la tristeza? ¿Cómo se dibuja la ausencia? Tatee sugiere las respuestas en su ópera prima. Al igual que Idea Vilariño, ella lo hace en silencio, asumiendo la vida".

El texto completo se puede leer en línea, gratuitamente, aquí >>



4.11.24

Antonio, Elvira y Gabi



Ramona fue una gata criolla pequeñita de pelo gris con blanco. La encontré a unas tres cuadras de la casa de mis papás –que entonces era mi casa-, en la calle, solita, maullándole a la gente. La alcé y la llevé conmigo. Nunca más se fue. Vivió con nosotros 14 años, la quisimos mucho y ella a nosotros también. Siempre la llamamos “Ramita”.

Ramona llegó embarazada y tuvo tres gaticas: Eleonora, Frida y Bety. Eleonora y Frida se fueron a otras casas; aún sé de Frida, de Eleonora solo sé que se mudó a Boyacá con su dueña hace muchos años. Desde que nació, Bety fue arisca y muy apegada a su mamá y por eso no se fue nunca. Vivió 8 años con nosotros. Tenía una personalidad muy particular, muy libre, muy inteligente, amorosa a su manera.

A ambas mi mamá las enterró en el jardín de la casa. A cada una en una cajita de cartón, envueltas en una tela. Sobre la tumba de Bety, que murió primero, mi mamá sembró una papayuelo, y junto a ella cinco años después enterró a Ramita.

Hoy la mata ya es árbol y da frutos, cada tanto mi mamá me prepara dulce de papayuela o cocina la fruta en tiritas par que se las ponga a las infusiones… Ramita y Bety se volvieron un árbol y ahora viven en el jardín. Me gusta pensar que esta es otra prueba de la metamorfosis del amor. 

8.6.24

Territorio 9

Javier Alonso Fernández me entrevistó para Terrirorio 9, el programa de cómics de Radio 3 en RTVE.
Se puede  escucha aquí:


24.5.24

Lo vacíos

 El crítico de cómic español Alvaro Pons publicó en el periódico Levante de Valencia este artículo sobre dos novelas gráficas publicadas recientemente en España, La casa de las magnolias de Flavia Biondi, y mi libro, Las cosas que ya no están

El artículo se puede leer en línea, sin embargo se requiere suscripción. Por eso, lo transcribo en esta entrada.




Tatee dibuja un cómic delicado que nos enfrenta a la dificultad de la pérdida de una persona porque su presencia sigue habitando en los lugares compartidos.

La ausencia se resiste a cumplir las leyes de la física. Crea un vacío que se puede tocar, ver y oír, que lucha por evitar ser sustituido rellenando de recuerdos cada grieta por la que entran nuevas experiencias. Memorias que crean una frontera infranqueable, de duro acero refractario a esa razón que dicta que nunca volverá, sabedoras de que el miedo al dolor de la pérdida está de su lado, susurrando que ese hueco es físico, real, que solo está temporalmente guardando un espacio que retornará a quien lo dejó. Y, mientras, la espera va cimentando la ausencia como un fantasma que creemos real, como un sustituto sin alma de una realidad que no se quiere aceptar. Son muchas los vacíos que siguen ese patrón: la de la muerte, siempre inoportuna, siempre inesperada por mucho que sea anunciada. 

(...) Pero esas ausencias, también, pueden nacer precisamente de ese amor que tantas veces nos han definido como eterno, como objetivo irrenunciable de la vida, como ese cúmulo de tópicos en el que al final creemos y sobre el que construimos promesas de un porvenir que nunca llegará, que se disuelve entre las manos dejando solo el espacio vacío, perfectamente marcado por las ilusiones y las expectativas, por lo que pensábamos que eran compromisos que se harían realidad. Un perfil sin nada dentro delimitado con perfección, relleno de eso que tan bien ha definido Tatee en el título de su novela gráfica, Las cosas que ya no están (Editorial Cicely). Las cosas que ya no están pueden ser tan sencillas como el calor que ya no sentimos al darnos la vuelta en la cama, o la taza que falta en el desayuno. Puede ser la decisión de qué película ver en la tele mientras se comparte una manta en el sofá o ese sentimiento de emoción al mirar a la persona que amas. Pero todas generan un vacío que pesa demasiado hasta hacerse extenuante, como la losa que intenta encerrarnos en una tumba de culpas y miedo. Tatee dibuja con silencios, con sombras, delimitando esos espacios que ya no son con juegos de luces y oscuridades en lo que se mueve con comodidad, dejando que las imágenes cuenten su historia, permitiendo que lo cotidiano vaya delineando la memoria de lo perdido, dejando aparecer otros temas que quedan esbozados en segundo plano: la enfermedad mental, la inseguridad, el trabajo, la familia... Contextos que están ahí, pero que no dejan de ser parte de un drama donde el dolor se mueve por dentro, con una angustia que imaginamos, que no se expresa explícitamente, sino que se comparte con el lector a través de momentos de conexión en los que la autora sutilmente descarga en el lector la búsqueda interior de experiencias similares.

20.5.24

Conversar con Gerardo Vilches

Gerardo Vilches es historiador, crítico cultural y una de la voces más respetadas en el cómic español. Es autor, entre otras publicaciones, de los libros Breve historia del cómic (Nowtilus, 2014) y El guion de cómic (Diminuta, 2016). A propósito de la publicación en España de Las cosas que ya no están (Cicely, 2024) conversé con él hace unos días y el resultado se puede leer en esta entrevista >>

Ahí, dice cosas como esta que me llenan de alegría:

"Siempre me parece una buena noticia que se publiquen en España cómics latinoamericanos, y más si son tan originales e interesantes como este".

¡Gracias Gerardo por esta publicación!