12.10.21

Un rayito verde de salud

Desde hace unos años esto pasa cada vez que: alguien se enferma, o le mandan un examen "por si acaso", o tuvo un dolor repentino. No cualquier "alguien", sino Ellos. Los míos, mis amores, personas y animales. También pasa cuando la del examen o el dolor repentino soy yo. 

Pasa que se me abre un hueco en la mitad del pecho y me voy por ahí. Me amarran los brazos y no me puedo mover, solo puedo pensar e imaginar tragedias. Que siempre es la misma: se van a morir, nadie nunca me va a querer como Ellos, cómo voy a vivir con su ausencia...


Hace unos días se enfermó mi gato, fue una semana de ir y volver al veterinario, de ver cómo lo pinchaban y oírlo quejarse, de querer tenerlo en casa y tener que llevarlo a ese lugar tan frío "porque se podía morir". Y desde hace unos días, después de un rato sin sentirlo, ahí esta de nuevo ese dolor. Hasta ahora el antídoto más efectivo es hablar, contar qué estoy sintiendo, ordenar de alguna forma los pensamientos.


Esta vez, además del mismo miedo, caí en cuenta que esta y las otras veces estaban Todas las demás. Las que me escuchan, me abrazan, me acompañan, me quieren aunque este un poco loca. Todas son mi mamá y mi papá, mis amigas, mis tíos, las vecinas, mi jefa, el señor viejito de la farmacia... Las personas con las que transito esta vida, y que ven luz en mí cuando estoy toda oscura. 

Juli en un mensaje le mandó a mi gato un rayito verde salud, y cuando lo leí se me calmó un poco la angustia. Hace años, el día de mi cumpleaños, Juanita, que ve cosas sin ver, me leyó el mensaje que tenían para mí los ángeles, también era verde y de salud y me cubría. 



León, mi gato, esta bien ahora. Aún toma su medicamento y come con cuidado. Y Ramón, mi otro gato, y yo estamos muy contentos de tenerlo en casa y abrazarlo. 

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